CONTRA LA SAUDADE

Adiós al territorio de los cinco años
Adiós a la pereza de cuando creía
que los años eran montañas
Y los amigos inmortales
Adiós a la soledad
De cuando estaba convencido que con un palo en la mano
Haría retroceder al mundo
Adiós a la ingenuidad
De cuando la estela de los buques me llevaba
Más allá de mis sueños
Adiós al placer de escribir sacando la lengua
El secante quedó delante del espejo
Y descubrí una nueva relación entre las cosas
Pensé que era posible entender
el vacío entre palabra y palabra
Porque todo lo que no comprendía estaba al revés
Mi caries en el espejito del dentista

Adiós al territorio de los diez años
Muchos barcos pasaron por la bocana
Para cuando aprendí que el mundo estaba lleno
De huérfanos como yo que el mensaje era la botella
Mi hermano mayor me regaló un cuaderno de contabilidad
Eran los poemas de Lizardi copiados a mano
Lo guardé en las rocas de la atalaya
para disfrutarlo en soledad
Y en los atardeceres de aquel verano lloré amargamente
Yo no sabía euskera era un huérfano
El puerto estaba lleno de botellas esperando mi mensaje
Pero yo no podía ofrecer mas que una botella vacía
Fui una botella vacía recelosa del mar

Adiós al territorio de los quince años
Compré siete cuadernos nuevos
No sé cuántos bolígrafos empecé
Logré que un marino panameño me vendiera su pipa
Me dejé el pelo cambié de nombre
Pero los cuadernos eran cajas de sal
La belleza de las palabras no estaba en el color de la tinta
Luego eché la culpa a la luz eléctrica
Hasta que el sueño me venció
antes de que pudiera ocultar la vela bajo la cama
Mi madre no entendió lo que encontró en el papel
Aunque entonces no lo sabía era un mensaje
Dirigido a mí mismo si la vela hubiese caído
Las mantas prenderían fuego
Había arriesgado mi vida por una palabra era poeta

Adiós al territorio de los veinte años
Las jibias picaban en la sombra de Senekozuloa
Se nos acercaban los demás botes
Y nosotros huíamos tras los acantilados
Queríamos estar solos callados tristes
En el mareo de las olas
hasta que el sol se escondía en Matxitxako
Yo entonces intentaba escribir tankas
Era tan infeliz como Takuboku
Buscaba el bacilo de Koch en mi esputo
Memorizaba diez palabras nuevas al día tenía que llenar
El último cuaderno antes de morirme
Los puertos del mundo no tenían
tantas botellas como necesitaba yo

Adiós
A los años que se diluyeron como estela de barco
Adiós
A los planes que huyeron como pececillos de mis manos
Aprendí un montón de palabras nuevas
Y no creo en la simetría de los antónimos
Hay muchas cosas que tampoco las entiendo al revés
No creo que pueda transformarme
en lo que realmente quisiera
Pero de todas formas adiós a mí mismo
volveré a nacer en algún otro lugar
Me voy acercando hacia un territorio
que se vislumbra en el horizonte
Hacia un territorio que no me atrevo a nombrar

© Koldo Izagirre


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