Lo que creíamos era un albatros nos ha engañado, ha llevado a puerto falso nuestra nave en la niebla. Y se ha recostado, encallando, el vientre reventado, como ballena que no puede volver al mar. Las olas rompen con fuerza, no podemos abandonar el barco.

 

Cuando la niebla ha levantado nos hemos quedado espantados: la niebla no es niebla, son legiones de cuervos hambrientos de los restos del buque. Eran sus graznidos lo que creíamos rumor de remos salvadores. Más nos valiera haber matado aquel albatros. Aunque hubiéramos tenido que holandear en un mar sin costas.

 

Han taponado las bocas de los cañones, han rasgado las velas, han destrozado nuestra bandera. Ah, el crujido de estos picos, afilándose a la espera del contrabando del barco. Han tomado las mejores posiciones para atacar cuando baje la marea. El buque es un nuevo Belate.

 

He tosido, he aspirado, y con la voz más cuerva de quien quiere salvar el pellejo, he cantado:

 

© Koldo Izagirre


susa-literatura.com